Luis Pestarini[2] ha apuntado como precedente de la ciencia ficción argentina “Delirio”, un relato anónimo aparecido en 1816 en un pequeño periódico de Buenos Aires, ambientado en el Buenos Aires de 1880. También se ha datado su “prehistoria” en la publicación del libro Ensayos (1876) de Miguel Cané, en concreto en el relato “Las armonías de la luz”[3]. Pero por consenso se ha considerado como uno de los padres indiscutibles de la ciencia ficción argentina a Eduardo Ladislao Holmberg, perteneciente a la “Generación de los 80”, autor de obras como Viaje maravilloso del señor Nic-Nac (1875). En ella, el alma del protagonista viaja a Marte siguiendo la tradición del “viaje maravilloso”, como se infiere claramente del título. “Horacio Kalibang o los autómatas” (1879) es una obra de fuerte impronta hoffmanniana y en ella se trata el tan fecundo tema del robot. También incursionó en el género utópico de sesgo político con Olimpio Pitango de Monalia, inédita hasta 1994.
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