Un día, a los pocos de haber asumido la responsabilidad de dirigir el CENIM, D. Manuel Morcillo se puso en contacto con tres antiguos funcionarios, ya jubilados, que habían dedicado casi todos los años de su vida laboral al Instituto del Hierro y del Acero primero y al CENIM después. Les indicó que había pensado si habría alguien que, en aquellos momentos, cuando habían transcurrido más de cincuenta años desde que se fundara el primero de los Institutos que más tarde darían lugar a la creación del CENIM, tuviera ganas de embarcarse en la aventura de dedicar algún tiempo a contar las vicisitudes de que había sido testigo en relación con la vida de aquellos Institutos. Ingenuamente, aquellos tres jubilados aceptaron, con gran entusiasmo y total desinterés, la oferta del Dr. Morcillo y se pusieron a desenterrar papeles. La labor resultó apasionante, les permitió recordar muchas de las situaciones en las que se habían visto envueltos, les permitió recordar a muchos...