A un alma ausente
Porque sabías lo que nunca dije y no diré ya más, lloro en tu muerte mi propia muerte, y me sepulto en vida. Resurrección... eternidad... encuentro definitivo en la serena hondura, en un presente que lo abarca todo como mar sin orillas y sin viento, bañado en luz que brota del mar mismo. Así será. Recónditos veneros que nutrieron las almas y las vidas de tantos hombres que en alquimia oculta forjaron mi emoción y tu sonrisa, irán al mismo mar... Allí estaremos tu madre y yo y el hijo de tu carne y todo nuestro ayer, lo que sin tregua nazca de nuestros ríos silenciosos en el tiempo voraz que engendra y traga la sucesión de vidas y de muertes... Verdad, así será... Mas esta vida pequeña y vacilante, como niño que da en el bosque los primeros pasos, esta urdimbre de espinas y de flores que puso el tiempo en el jardín del mundo como una iniciación para lo eterno ¿no ha de volver jamás? ¿Será tan sólo ave fugaz que canta y agoniza y se lleva el secreto de su...
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