Adán y su compañera
Poesías religiosas, caballerescas, amatorias y orientales Adán y su compañera - Después de su caída de Juan Arolas Huyamos de sus iras; mas ¿adónde? Si no apaga su sol, ¿quién nos esconde Del ofendido Dios? Y si de noche oscura se presenta, ¿No hará con su mirada, que calienta, Cenizas de los dos? ¿Nos esconderá el mar que ronco truena? ¡El mar!... ¡el mar!... un escalón de arena Que, si lo salva el pie, Detrás de onda benéfica que halaga Se estrella otra mortífera que traga, ¡Y nada más se ve! Y a los altivos montes ¿quién acude, Si, pasando su sombra, los sacude con hórrido temblor? ¿Si encorvarán sus cimas de malezas, Oprimiendo tal vez nuestras cabezas, Malditas del Señor? ¿Sabes, di, algún lugar árido y triste, Que de abrojos y espinas se reviste, Sin flores por tapiz, Do estrechando los brazos...
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