Amalia: 49
Amalia: La guardia de Luján y Santos Lugares Cuarta parte, Capítulo 8 de José Mármol Era el 21 de agosto. El refulgente rey del universo descendía con su manto de nácares y oro, allá sobre el confín del horizonte que bordaba las planicies esmeraltadas de los campos, llanos como la superficie de un mar en calma. Su frente no llevaba esa corona de rubíes con que el cielo del trópico lo magnifica en los momentos de decirle adiós; ni en redor suyo se abrían de improviso esos espléndidos jardines de luz que irradian fosfóricos en las latitudes del crucero, donde la coqueta Naturaleza se divierte en inventar perspectivas sobre los confines del alba y del ocaso. Nuestro sol meridional descendía, sin más belleza que la suya propia, sobre los desiertos de la Pampa. Escuadrones de pájaros salvajes volaban al oeste, como a alcanzar el sol. La brisa del sur hacía ondular la superficie verde de los campos, y agitaba la crin de alguno que otro potro perdido en el desierto,...
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