Amira y los monstruos de San Cosme
A Nora Melgar Más de veinte años han pasado y aún me resisto a olvidar algunas escenas de mi educación preescolar. Esos hechos me parecen significativos ahora; en cambio, cuando tenía seis años no los pude comprender. Sin alternativa ni discusión, mis padres me inscribieron en el Colegio Francés de San Cosme. La historia de una niña en un colegio católico y además burgués carece de importancia, a no ser que se considere que la niña no era católica ni burguesa, y que se recuerde la cercanía del Museo del Chopo: estaba a un lado del colegio, y las “yeguas finas”, como nos llamaban a las alumnas, casi éramos reliquias suyas. (Conocí el museo mucho tiempo después. No hicimos aquel año una visita escolar.) Sentada esta mañana frente al gigantesco esqueleto del dinosaurio, en el Museo de Historia Natural, me inquietó no sólo su magistral arquitectura sino la obstinada presencia, en mi mente, del último patio del colegio de San Cosme. Cerré los ojos; me vi...
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