Ángel Guerra: 059
Ángel Guerra Segunda parte - Capítulo II – Tío Providencia de Benito Pérez Galdós VI Levantose al toque del alba, cuando ya las primeras luces de la encapotada y turbia aurora penetraban por indiscretas rendijas en la habitación, y recitó entre dientes sus oraciones. Abriendo las maderas de la ventana, notó que los ojos le escocían al recibir la impresión lumínica, achaque fastidioso que rara vez faltaba después de una mala noche. «Vaya hoy tengo función con los malditos ojos -dijo recatándolos de la claridad-, y tendré que ponerme las gafas». Sacó, pues, de la cómoda la máquina aquella de cuatro cristales, y después de aviarse de prisa y corriendo, se la puso, enganchando en las orejas las gruesas varillas de plata. Ya era día claro cuando iba D. Francisco por la pendiente arriba de la calle del Pozo Amargo, bien embozado en su manteo, la teja encasquetada, no dejando ver entre sombrero y embozo más que los cuatro vidrios. Su salida todas las...
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