Bendición de la tierra - Capítulo 10
El día siguiente iba a ser memorable: llegaron huéspedes; llegó Geissler. No era siquiera verano todavía en las tierras pantanosas, pero, sin preocuparse del estado del terreno, vino Geissler, muy bien calzado, con botas altas, acharoladas por arriba y guantes amarillos, ofrecía un aire de distinción. Un hombre de la aldea le llevaba el equipaje. Geissler viene dispuesto a comprar una parte del monte perteneciente a Isak, una mina de cobre, y pregunta a Isak por el precio. También le trae recuerdos de Inger; una mujer excelente, muy considerada. Geissler viene de Drontheim, y es allí donde ha hablado con Inger. Y dice a Isak: —¡Has trabajado una enormidad! —Eso, sí. ¿Decíais que habéis hablado con Inger? —¿Qué es lo que asoma por allá arriba? ¿Has hecho un molino? ¿Mueles tu grano en molino? ¡Muy bien! Es mucho el terreno que has hecho productivo desde la última vez que estuve aquí. —¿Y le va bien a Inger? —Sí; bien... ¡Ah! ¿Te refieres a tu mujer?...
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