Blasones y talegas: 4
Blasones y talegas Tipos y paisajes de José María de Pereda - IV - Cuando se quedaron solos don Robustiano y Verónica, dio el primero rienda suelta a sus lamentaciones y tomaron mayor cuerpo los sollozos de la segunda. Con aquel rudo golpe de la adversidad no había contado nunca el vanidoso Tres-Solares, que pensó llegar al sepulcro con la misma altiva aunque pobre independencia que halló al venir al mundo. ¡Todo lo había perdido en un solo instante! Todo, porque el pabellón que le restaba sólo podía aceptarse, como habitación interinamente, y eso con grandes dificultades: era su capacidad mezquina, y no bien entrase el otoño daría tanto dormir allí como raso en la llosa más desabrigada. No había, pues, otro remedio que reparar las averías del palacio, cuyo techo podía desplomarse de un momento a otro; y para esto se necesitaba dinero, precisamente lo que a don Robustiano le faltaba; y para adquirirlo tenía que vender las tierras y el molino, del cual modo...
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