Caramurú: 08
Capítulo VII 08 Pág. 08 de 20 Caramurú Alejandro Magariños Cervantes La guarida de Amaro El brillante lucero precursor de la mañana, como la primera centella de un volcán que ilumina la cúspide de la montaña que le sirve de base, trepaba de cuchilla en cuchilla, dejando en pos de sí un rastro luminoso, cuando Lia y su raptor penetraban en el bosque. El fresco ambiente de la noche y el rápido movimiento del caballo despertaron a la hermosa de su letargo. Los latidos de su corazón se confundían con los de su amante, y más de una vez los cabellos de este, flotando a merced del viento, rozaban sus mejillas y garganta. Amaro la llamaba por su nombre, la estrechaba contra su pecho, y prodigándole las más tiernas expresiones de cariño, procuraba hacerla volver en sí. ¡Empeño inútil! Lia, aunque despierta, permanecía con los ojos cerrados sin responder a sus apasionadas palabras. Encontrábase en una de esas mil situaciones en que la razón es impotente...
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