Celephais
En un sueño, Kuranes vio la ciudad en el valle, y más allá la costa del mar, y la nevada cumbre que contemplaba el océano, y las galeras pintadas de alegres colores que salían del puerto hacia lejanas regiones donde el cielo y el mar se encuentran. También en un sueño se hizo llamar Kuranes —otro era su nombre en la vigilia—. Posiblemente le era fácil soñar un nombre nuevo porque era el último de su familia y vivía solo entre los indiferentes millones de londinenses. Pocos hablaban con él, pocos recordaban quién era. Su dinero y sus tierras estaban perdidos; Kuranes no se cuidaba de lo que la gente pensara de él; prefirió soñar y escribir acerca de sus sueños. Quienes leyeron sus escritos se burlaron de él; por eso los guardó. Y, finalmente, dejó de escribir. Conforme se alejaba del mundo, sus sueños se volvían más grandiosos —sería inútil tratar de describirlos—. Kuranes no era moderno, no pensaba como otros escritores. Mientras éstos se esforzaban...
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