Celín: 6
CelínCapítulo VI de Benito Pérez Galdós Prosiguen los retozos juveniles por charcos, praderas y vericuetos Cuando se pusieron de nuevo en camino, Diana reparó que Celín tenía ligero bozo sobre el labio superior, vello finísimo que aumentaba la gracia y donosura de su rostro adolescente, tirando a varonil. Como observara al propio tiempo que la voz de su guía había mudado, la joven sintió cierto estupor. -Celín, tú has crecido. No me lo niegues -dijo con sobresalto-. ¿Qué virtud tienes en ti para crecer por horas? Muchas maravillas he visto, pero ninguna como esta. No te achiques, no te achiques. Ya me das por encima del hombro... Si eres casi tan alto como yo... ¿Qué es esto? -Yo soy así -replicó Celín con gravedad humorística-. Crezco de día y menguo por la noche. Y también notó Diana que el mancebo había adquirido cierto aplomo en sus modales y andadura, aunque su agilidad y ligereza eran las mismas. Tomaron por una vereda, y entraron en terreno fangoso...
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