Cuesta abajo: 9
Día 11 de enero de 18... cont. 9 Pág. 9 de 13 Cuesta abajo Leopoldo Alas Comprendía yo entonces ya que me miraba como a un chiquillo, y ahora comprendo, además, que me miraba como a un chiquillo que le hacía mucha gracia por lo que iba teniendo de hombre. Algo empezaba a molestarme, y aun a humillarme, que en mí todo le pareciese milagro: lo que había crecido, lo adelantado que estaba en mis estudios, lo que me parecía a mi padre, a quien ella recordaba; porque, como dijo: –Los recuerdos de mi niñez los tengo yo como plasmados aquí dentro. Aquel plasmados (que mi madre creyó, según después supe, una incorrección: plasmados por pasmados) me dio mucho que pensar desde luego. Todas aquellas impresiones buenas y medianas se desvanecieron en mí cuando de repente Emilia soltó este chorro de agua rosada sobre mi inocente espíritu: –Este señor D. Narciso no sabe que en el Pombal se le admira, y se le quiere, y se le espera hace mucho tiempo. Yo me sé...
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