De tal palo, tal astilla:12
De tal palo, tal astillaCapítulo XII: Más notas para un retrato de José María de Pereda Trasponía en aquel instante la luna, oronda y mofletuda, las cumbres más lejanas, y derramaba su luz pálida y confusa por todos los ámbitos de Valdecines. Alcanzábale su gratuita ración correspondiente a la casa de don Sotero que, a tener que pagarla, sin ella se pasara tan guapamente; y he aquí que, de pronto, se detienen tío y sobrino, viendo que en el portal había un caballo amarrado al poste, y una persona que entretenía la impaciencia paseando de un lado a otro, entre el caballo y la pared del fondo. Como en los ojos de don Sotero había algo de la virtud de los del tigre, no tardó en conocer al paseante. -Sube -dijo a Bastián muy callandito- y di que encienda la vela de mi cuarto. Llegó Bastián al portal; saludó de mala gana con una sombrerada y un gruñido al caballero, y entró en la casa. En tanto, acercóse don Sotero a éste, y díjole muy afable: -¡Usted a...
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