Doña Milagros: 12
Capítulo XI 12 Pág. 12 de 20 Doña Milagros Emilia Pardo Bazán Apenas salí de la iglesia, donde Argos se quedó rezando, tuve un trasacuerdo. Pesome no haber solicitado del director espiritual de Argos una conferencia reservada, uno de esos coloquios que, sin tener la solemnidad sacramental de la confesión, ni su virtud medicatriz para el espíritu, le sirven no obstante de luz y de guía y hacen ver claro lo que no discerníamos antes. Una serie de reflexiones o más bien de intuiciones rápidas, me dijo que sólo el confesor de mi hija podía darme consejo discreto, reservado y prudente. Él, mejor que nadie, conocía el verdadero estado moral de María Ramona; él, mejor que nadie, podía confirmar o desmentir las osadas conjeturas de... tengo que nombrarla por fuerza, pero al nombrarla, Señor, purifico mi intención... de doña Milagros. -Consultar con el médico males del alma, se me figuraba que era atender, en cierto modo, al pudor de la doncella....
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