El amigo Manso: 06
El amigo Manso Capítulo VI de Benito Pérez Galdós Capítulo VI - Se llamaba Irene Su palidez, su mirada un tanto errática y ansiosa, que parecía denotar falta de nutrición; su actitud cohibida y pudorosa, como si le ocasionaran vivísimo disgusto las comisiones de su tía, me inspiraban mucha lástima. Así es que además de la limosna, yo solía tener en mi mesa algún repuesto de golosinas. Presumiendo que rara vez tendrían satisfacción en ella los vehementes apetitos infantiles, dábale aquellas golosinas sin hacerla esperar, y ella las cogía con no disimulada ansia, me daba tímidamente las gracias, bajando los ojos, y en el mismo instante empezaba a comérselas. Sospeché que este apresuramiento en disfrutar de mi regalo, era por el temor de que si llegaba a su casa con caramelos o dulces en el bolsillo, doña Cándida querría participar de ellos. Más adelante supe que no me había equivocado al pensar de este modo. Me parece que la estoy mirando junto a mi mesa...
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