El cisne de Vilamorta: 24

19/05/2024 2.887 Palabras

Capítulo XXIII 24 Pág. 24 de 29 El cisne de Vilamorta Emilia Pardo Bazán Sobre Vilamorta ha caído el negro cortinaje del invierno. Llueve, y por la calle principal y la plaza, empapadas y cubiertas de sucio barro, sólo cruza, de tiempo en tiempo, algún campesino invisible bajo su capa de juncos, jinete en un rocín cuyas herraduras baten el suelo y alzan un chapoteo de fango. Ya no hay fruteras, por la plausible razón de que tampoco hay fruta: todo está solitario, húmedo, enlodado y mohoso. Cansín, con zapatillas de orillo y bufanda, se pasea sin cesar ante su puerta por evitar los sabañones; el alcalde aprovecha un reducidísimo soportal que hay frente a su casa para entretener la tarde, dando diez pasos hacia arriba y diez hacia abajo, patear muy fuerte y calentarse los pies; ejercicio sin el cual afirma que no digiere. ¡Ahora sí, ahora sí que la pobre villita está muerta! Ni agüistas, ni forasteros, ni ferias, ni vendimias... Una paz, un abandono...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info