El despertar de Ángel
Sábado 1ro. La felicidad es también un chasquido con movimiento de brazo después de dormir de un tirón, abrir los ojos sin sueño, acariciar la modorra durante cinco minutos y, al fin, saltar de la cama para producir otro ruido, ahora gutural, algo así como carajo, pero en tono de dar gracias, de saludo al despertador que se mantuvo impávido, al timbre de la puerta que no mortificó, a la ciudad que sigue siendo un continuo en sordina, a todas las formas del silencio, y chasquido y movimiento de brazo son buenos días al trozo de cielo incoloro que entra por la ventana, a la canturrea de Nena que puede distinguir si atenciona, Nena dice atenciona, y Ángel sonríe, buenos días, repite, ahora con palabras y bien alto, para Nena que no ha observado ninguno de sus movimientos, ni ha oído de los dedos que chasquearon dichosísimos, y por encima del runrún de ciudad se destaca la voz aguda, perfectamente campesina, que abandona el cantao y se proyecta, muchacho, qué vida,...
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