El médico rural: 03
Capítulo III 03 Pág. 03 de 28 El médico rural- Primera parte Felipe Trigo Dormía Jacinta, y su marido se incorporó junto a ella cautamente para ver el reloj, en la mesita. Las tres. Cerró el libro. Llevaba estudiando siete horas. Había estudiado mucho, además, por la mañana y por la tarde. Necesitaba descansar. El otro barbero que le acompañaba a la visita hasta que él supiese las calles, vendría a las siete. Pueblo de trabajadores, de madrugadores, el propio Vicente Porras, instituido en consejero y protector, le había recomendado que viese temprano a los enfermos. Estudiaba, sí; estudiaba como un loco, en una ansiosa excitación de toda la noche y todo el día, que le dejaba apenas tiempo de reposo. La pobre Jacinta, sin decirle nada, comprendiéndole no obstante los apuros, reservaba en un silencio dulce y compasivo sus tristezas. Pero las de Esteban exaltábanse con el espectáculo de este camaranchón en que habíanles alojado. Digno de la mísera...
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