El pesimista corregido: 15
15 Pág. 15 de 31 El pesimista corregido Santiago Ramón y Cajal Gradualmente más sorprendido y desilusionado, continuó el clarividente observador su comenzado paseo. Ofuscado y azorado a causa del polvo que los carruajes y tranvías levantaban, y protegiendo la boca con el pañuelo antiséptico, llegó a la Puerta del Sol, respiradero de todos los vahos humanos y cloaca máxima de los detritus aéreos de la villa y corte. Había franqueado apenas la calle de Carretas y cruzado trabajosamente el torbellino de insanas emanaciones desprendidas de la pobre y desaseada carne embutida en el tranvía de los Cuatro Caminos, cuando sintió súbitamente en el rostro la impresión de un surtidor de partículas mojadas. Era que un tísico plantado en la acera de Gobernación había tosido y expectorado cerca de nuestro curioso explorador. ¡Qué horror! Al recibir la inopinada rociada y contemplar después sobre el pañuelo la infinidad de corpúsculos flotantes en las...
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