El pesimista corregido: 16
16 Pág. 16 de 31 El pesimista corregido Santiago Ramón y Cajal ¡Desolador era el espectáculo! ¡Enfrente de los enemigos invisibles, en todas partes, como únicas armas, la desidia, la indiferencia y la indefensión más absolutas! ¡Y pensar que los hombres supieron imaginar pararrayos contra las tempestades y fusiles contra ladrones y forajidos, es decir, contra riesgos y amenazas lejanos, eventualísimos, y no aciertan a inventar nada poderoso a preservarnos de la agresión de esos arteros y microscópicos envenenadores, que nos acechan desde lo invisible, inmolando diariamente en cada nación miles de víctimas! Apesadumbrado nuestro filósofo por tan dolorosas reflexiones, encaminó sus pasos hacia el Prado en busca de ambiente más puro y menos peligroso, cuando, al llegar a la fuente de Neptuno se le ocurrió la desdichada idea de visitar el Museo de Pinturas. ¡Nunca lo hubiera hecho! ¡Qué decepción! El hechizo del color y del dibujo se habían...
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