En la sangre:V
En la sangre - Capítulo V de Eugenio Cambaceres Fueron cuatro los coches: el fúnebre con plumeros negros y una figura como a modo de ángel, fabricada arriba, hincada y de cruz. Estacionaban luego los otros tres, de plaza, transformados, como disfrazados de "librea", con ayuda del sombrero de castor y de la levita de los cocheros. En la cuadra, la gente alborotada desatendía sus quehaceres; las mujeres, algunas con criatura en los brazos, salían, poblaban las puertas, invadían las veredas, se saludaban, hablaban en voz alta del suceso, lo comentaban; uno que otro hombre mezclábase a la conversación. De vez en cuando, por entre las rejas de alguna "casa decente", asomaba el óvalo de un ojo, la punta de una nariz, mientras, frente mismo a lo del muerto, en media calle, los muchachos amontonados se volteaban a empujones por mirar. Era que sacaban el cajón en ese instante, entre seis, a pulso, por el zaguán. Pero la puerta resultó angosta para salir de frente; tuvieron...
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