Estado civil - Primera parte. Capítulo I
ESTADO CIVIL Tengo ganas de contar una historia. ¿Sabré algún día contar algo que no sea mi historia? Érase una vez un muchachito de tres años. Escribo lo que se me ocurre. Pero se impone un orden. Todo lo que me queda de divino, ese orden. ¿Dónde estoy? En el campo. ¿Por qué no en la ciudad? No, en el campo. El jardín es inclinado. Un paseo desciende en escalera bajo los árboles. Este lugar oscuro está lleno de peligros. Pero he aquí la sombra favorable del viejo jardinero apoyada contra un rastrillo. Estoy ahí, pero no me veo. Mi sombra habla a su sombra. Cada escalón de la escalera tallada en la tierra tiene la longitud de una zancada y forma una terracita bordeada por un tronco. Mejor dicho, el tronco es de cemento esculpido a imitación de corteza de árbol. No hay duda: este contacto demasiado duro y demasiado frío del que aún me resiento. Otra impresión de viva frescura, pero ya no en la mano, en la mejilla. Entro en la casa, tan rudimentaria a mis ojos como...
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