IX. Segundo descubrimiento de Madrid

03/02/2011 2.488 Palabras

LANZADO Valle-Inclán a la vida literaria, empieza a pensar en formarse una apariencia física todavía más singular, conforme a la moda entre dandy y bohemia de entonces. Se deja la barba hasta mucho más abajo de lo normal —una barba que venía a ser algo así como una imponente guirnalda de batallona fiesta literaria— y no se corta el pelo más que de higos a brevas. A los dos meses corridos su aspecto es impresionante. Un barbero que quiere pasar por gracioso, cuando el escritor discurre por la calle Michelena, frente a su barbería, sale a la puerta y hace sonar el tic tac de sus tijeras. Otros pollos, entre cursis y endomingados, envían a cada rato, al domicilio de Valle-Inclán, a un peluquero inocente, que no está en el quid de la broma. Una mañana, cansado de tanta rechifla estúpida, el escritor expulsa a puntapiés al fígaro a domicilio y abofetea decidido al barbero de las tijeras. —Yo me cortaré el pelo cuando a vosotros os sierren los cuernos. Ramón del...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info