La corona de fuego: 38

25/03/2011 4.630 Palabras

La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo VII - Declaración de amor Recurrió en su aflicción al alto cielo, Rechazando su afán aquí en la tierra; Y aquel ensordeció, y aquí la guerra De la conciencia en el humano suelo, Cercáronle de amargo desconsuelo. Allá a poco un hombre alto y cubierto con una gran capa, entraba con cierta gravedad jactanciosa, o como si dijéramos, con cierto coquetismo parecido a una petulancia que rayaba en ridícula. Era el conde Ataulfo de Altamira y Moscoso. Su pecho enronquecido, jadeaba de pura fatiga, y en aquella fisonomía escuálida, cada vez más demacrada y lívida, traslucíase algo más que fiebre, el sino de desesperación que poseyera su espíritu, destrozado por una lucha moral contradictoria y que en vano tratara él de disfrazar bajo una sonrisa forzada. -Mucho temía, señora, dijo con su acento, lúgubre y en tono de plácida reconvención, que vuestra constante...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info