La fontana de oro : 23
La fontana de oro Capítulo XXII El «vía-crucis» de Lázaro de Benito Pérez Galdós Lázaro continuó andando sin dirección fija. Su brusca y misteriosa salida de la cárcel, el conocimiento de Bozmediano y el aturdimiento producido por sus palabras, le impidieron por algún tiempo darse clara cuenta de su difícil y rarísima situación. Pero cuando se vio solo y anduvo un buen rato, empezó a comprender que no tenía a dónde ir, ni a quién dirigirse, ni con quién vivir. Las palabras dichas por el viejo no le dejaban duda respecto a su carácter. Era un realista fanático, un ciego amante de la tiranía. Con los ojos encendidos de cólera y el habla venenosa y fuerte, le había dicho que no fuera a su casa mientras no cambiara de ideas. ¿Qué hacer? Era imposible vivir con aquel hombre misántropo y cruel, melancólico y feroz como un fanático musulmán. ¡Cuán contrarias las ideas de uno y otro! ¿Qué podía hacer? ¿Fingir y ser hipócrita? ¿Aparentar un amor...
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