La infanta velazqueña
La infanta velazqueña
de Mauricio Bacarisse
Era la Primavera cadenciosa.
La noche prodigaba sus zafiros;
arrullaba la fuente rumorosa
y el viento se llevaba entre suspiros
una lluvia de pétalos de rosa.
Cruzaste los jardines de mi ensueño
como una grácil y amorosa infanta;
me destoqué del negro castoreño,
pero al ir a besar tu egregia planta
tus ojos se apiadaron de mi empeño.
Llevaba el corazón atravesado
por todas las infamias de la vida
bajo el amplio manteo ensangrentado,
y al verte tan propicia y tan rendida
me eché a tus pies romántico y cansado.
Comprendí que no habías de saciarme
de la sed de ideal que en mí brotó;
pero tu amor quería recordarme
que don Diego Velázquez te pintó
y que el lienzo dejabas para amarme.
Yo, fuerte en el...
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