La lucha por la vida I: 042
none Pág. 042 de 97 La lucha por la vida I Segunda parte Pío Baroja -Soy un tonto; no lo puedo remediar -murmuró don Alonso para explicar su debilidad. -¿Y siguieron ustedes en Nueva Orleáns? -preguntó Roberto. Allí -contestó don Alonso- nos contrató a Pérez y a mí una gran empresa de circos de Niu Yoc, que tenía veinte o treinta compañías andando por toda América. Ibamos en un tren especial todos los gimnastas, bailarinas, equiyeres, acróbatas, pantomimistas; clauns, contorsionistas, Hércules... La mayoría eran italianos y franceses. -Habría mujeres guapas, ¿eh? -dijo Manuel. -¡Uf..., así! -contestó don Alonso, uniendo sus dedos-. ¡Mujeres con unos músculos!... Era una vida como no hay otra -añadió, volviendo a su tema melancólico-. Se tenía dinero, mujeres, trajes... y, sobre todo, la gloria, el aplauso... Y el gimnasta quedó entusiasmado, mirando fijamente a un punto. Roberto y Manuel le contemplaban con curiosidad. -Y a la Rosita, ano la...
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