La lucha por la vida I: 087
none Pág. 087 de 97 La lucha por la vida I Tercera parte Pío Baroja La Justa entró en la cocina, y después de mirar las sillas, por si tenían algo que ensuciara su vestido, se sentó en una. Luego habló por los codos, diciendo tonterías a porrillo y riendo ella misma sus chistes. Manuel la escuchaba silencioso; la verdad es que no era tan guapa como se había figurado, pero no por eso le gustaba menos. Tendría unos diez y ocho años, era morena, bajita, de ojos muy negros y muy vivos, la nariz respingona y descarada, la boca sensual, de labios gruesos. Era algo fondoncilla y abundante de pecho y de caderas; iba limpia, fresca, con el moño muy empingorotado y unos zapatos nuevos y relucientes. Mientras hablaba la Justa y la oían extasiados sus padres, se presentó en la cocina un jorobado de una de las casuchas de la hondonada, a quien llamaban el Conejo, y que tenía, efectivamente, en su rostro gran semejanza con el simpático roedor cuyo nombre llevaba. Era...
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