La lucha por la vida III: 005
none Pág. 005 de 127 La lucha por la vida III Prólogo Pío Baroja Toda la noche estuvo caminando sin encontrar a nadie; al amanecer se cruzó con una fila de carretas de bueyes, cargadas de madera aserrada y de haces de jara y de retama; por delante de cada yunta, con la aijada al hombro, marchaban mujeres, cubierta la cabeza con el refajo. Se enteró Juan por ellas del camino que debía seguir, y cuando el sol comenzó a calentar, se tendió en la oquedad de una piedra, sobre las hojas secas. Se despertó al mediodía, comió un poco de pan, bebió agua en un arroyo, y, antes de comenzar la marcha, leyó un trozo de los Comentarios, de César. Reconfortado su espíritu con la lectura, se levantó y siguió andando. En la soledad, su espíritu atento encontró el campo lleno de interés. ¡Qué diversas formas! ¡Qué diversos matices de follaje presentaban los árboles! Unos, altos, robustos, valientes; otros, rechonchos, achaparrados; unos, todavía verdes; otros,...
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