Lucrecia (Silvia Molina)
A Sara y Nito Nací en Tepexpan, un pueblo pequeño y pobre, al que se llega por la carretera a San Juan Teotihuacán. Mi pueblo es, sin embargo, famoso: custodia en un museo rural los prehistóricos huesos de una mujer, mal llamada “El hombre de Tepexpan”, y de un mamut. Sus extensos y áridos campos están llenos de obsidiana, serpientes y hierbas olorosas. Los habitantes de Tepexpan provienen de los constructores de las pirámides del Sol y de la Luna, pero su grandeza ha declinado al punto de que nadie la recuerda. Los ancianos visten de blanco y aunque no son intrépidos andan siempre con el machete en el cinto. Los jóvenes emigran en busca de trabajo y desprecian el oficio ancestral: barbacoyero. A veces, un domingo, se presentan a visitar a la familia, a llevarse ropa limpia, a ver a la novia. Llegan transformados, con pantalones y camisas a la moda, melenudos, altivos. Las muchachas se pasan la vida esperando que el novio regrese, que alguien llegue a sacarlas de la...
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