Montes de Oca : 16
Montes de Oca Capítulo XVI de Benito Pérez Galdós Obediente quizás a estímulos de su conciencia, o a otros móviles que por el momento nadie conocía, volvió Rafaela a la vida regular, entendiendo por esta el no excederse demasiado en los desatinos, no dar motivo a los desplantes furiosos de Catalá y suspender las salidas nocturnas. No pudo gozar todo lo que quisiera el buen Catalá de la dichosa enmienda de su ídolo, porque a consecuencia de los pasados berrinches cayó gravemente enfermo de un ataque a la cabeza, y por poco toma el portante para el otro mundo. Con algo de espontaneidad por su parte, y con no poca docilidad a los mandatos de Ibero, Rafaelita se portó muy bien en aquella ocasión, visitando diariamente a su amigo enfermo, asistiéndole con exquisitos cuidados y consolándole con su presencia. En cuanto al Don Frenético, no fue posible espantarle tan pronto como se quisiera. El enamorado petimetre limitábase a obsequiar a su ídolo, no ya con ramos...
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