Rojo y negro: Capítulo LXII
Rojo y negro de Stendhal El tigre ¡Oh! ¿Por qué esto y no aquello? BEAUMARCHAIS Refiere un viajero inglés que vivía en intimidad perfecta con un tigre. Mimaba y acariciaba a la fiera pero siempre tenía al alcance de su mano una pistola amartillada. Algo parecido hacía Julián. Jamás se abandonaba al exceso de su dicha, fuera de los momentos que Matilde no podía leer la expresión de sus ojos, y con exactitud matemática cumplía el penoso deber que se había impuesto de dirigirle alguna frase dura. Cuando la dulzura de Matilde, que le producía vivo asombro, dicho sea de paso, y su abnegación absoluta, ponían en peligro el dominio que sobre sí mismo ejercía, tenía el valor de separarse bruscamente de ella. Matilde amaba por vez primera. La vida, que para ella se arrastró siempre a paso de tortuga, volaba ahora vertiginosamente. Como su orgullo tenía forzosamente que buscarse alguna salida, traducíase en un desprecio temerario a todos los peligros que su...
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