Rojo y negro: Capítulo LXIV
Rojo y negro de Stendhal Un hombre de talento Decíase el prefecto: ¿Por qué no seré yo ministro, presidente del Consejo, duque? He aquí el sistema de guerra que yo haría... Por este medio, en muy poco tiempo conseguiría encerrar entre cuatro paredes a todos los innovadores... El Globo Imposible hallar argumentos, razones capaces de destruir el imperio de diez años de ensueños agradables. Comprendía el marqués que no era razonable encolerizarse, pero no se resolvía a perdonar. Su imaginación, anegada en un mar de tristeza, sólo hallaba consuelo en las quimeras más absurdas, porque eran éstas las que paralizaban la influencia de las atinadas razones del sacerdote Pirard. Un mes transcurrió de esta suerte, sin que se adelantase un paso en el camino de la solución del asunto. La lentitud del marqués desconcertó a Julián, si bien éste, al cabo de algunas semanas de ansiedad, comenzó a adivinar que, si la solución, mala o buena, no llegaba, era porque el...
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