Rojo y negro: Capítulo XXVI
Rojo y negro de Stendhal El mundo, o lo que falta al rico Solo estoy en el mundo y nadie se digna acordarse de mí. Todos aquellos a quienes veo escalar las cimas de la fortuna son de una dureza de corazón que yo no tengo. Porque soy bueno me odian. ¡Ah! Moriré muy pronto, bien de hambre, bien a manos del dolor que me produce ver hombres tan duros. YOUNG Uno de los superiores del seminario riñó severamente a Julián por su falta de puntualidad; nuestro héroe, en vez de intentar excusarse, cruzó los brazos y dijo con aire contrito: -Peccavi, pater optime. Semejante principio tuvo un éxito muy ruidoso. Los seminaristas de talento vieron que su nuevo compañero de estudios conocía algo más que los rudimentos del oficio. Llegada la hora del recreo, fue Julián objeto de la curiosidad general, pero cuantas palabras le fueron dirigidas encontraron en el reserva y silencio. Para él, sus trescientos veintiún camaradas eran otros tantos enemigos mortales, siendo...
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