Rojo y negro: Capítulo XXXIII
Rojo y negro de Stendhal Los primeros pasos Este inmenso valle lleno de luces Esplendorosas y de millares de hombres, deslumbra mis ojos. Nadie me conoce, todos valen más que yo. Mi cabeza desvaría. Poemas del abogado REINA A la mañana siguiente, muy temprano, Julián despachaba la correspondencia en la biblioteca, cuando se encontró sorprendido por la señorita Matilde, que había entrado por una puertecita reservada, perfectamente disimulada por la estantería. Mientras Julián admiraba la puertecita, cuya existencia no había sospechado, la joven demostraba, no ya asombro, sino viva contrariedad. Parece que tenía la costumbre de sacar libros de la biblioteca de su padre a espaldas de éste, y como la presencia de Julián le impedía satisfacer su deseo, de aquí su contrariedad, tanto más viva cuanto que pensaba llevarse el tomo segundo de La Princesa de Babilonia, de Voltaire, que no podía ser complemento muy digno que digamos de su educación...
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