Sancho Saldaña: 45
Capítulo XLV 45 Pág. 45 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda En esto los de la guarda hicieron andar la yegua, y al pregonero avisaban gritase: esta es la justicia que nuestro rey hacer manda al moro Azarque, traidor contra su corona sacra. Romance de Azarque El sol, y no Febo, en todo su esplendor teñía ya de color de fuego las almenas del castillo de Cuéllar, cuando el bullicio y algazara que resonaba en las calles de la ciudad, habrían hecho creer a cualquier forastero que alguna agradable fiesta se disponía. Y no le hubiera quedado duda de qué clase de función era la que iba a representarse, si seguía los pasos de la multitud que se encaminaba a la explanada de la fortaleza, donde un magnífico cadalso cubierto todo de bayeta negra se levantaba, obra sin duda de extraño artificio y particular gusto, a juzgar por el inmenso gentío que la contemplaba. -Hola, eh, tío Galafre -gritaba uno que, aunque cojo y con dos muletas, corría al...
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