Sombras suele vestir III
El señor Sweitzer releyó la carta de Bernardo desde un estrepitoso automóvil de alquiler. Estaba escrita en papel azul, telado, y en el membrete se reproducía la fecha de un edificio con techo de pizarra e innumerables ventanas. Decía la carta: «Estimado don Julio: En los últimos tiempos no puedo interesarme en los negocios. Cualquier esfuerzo me fatiga. Resolví pues consultar a un médico, y actualmente, bajo su asistencia, estoy haciendo una cura de reposo. Esta cura puede prolongarse varios meses. Por eso le propongo a usted dos soluciones: busque un hombre de confianza para que desempeñe mis tareas, fijándole un sueldo conveniente y un tanto por ciento que descontará usted de los ingresos que me corresponden, o liquidemos la sociedad.» A continuación, como para desmentir el párrafo en que aludía a su actual desinterés por los negocios, Bernardo hacía algunas observaciones muy sagaces, a juicio de don Julio, sobre una inversión de títulos que había...
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