Su único hijo: X
Su único hijo Capítulo X de Leopoldo Alas Una mañana, muy temprano, Eufemia entró en la alcoba de Reyes, y le despertó diciendo: -La señorita llama, quiere que el señorito vaya a buscar a D. Basilio. -¿Al médico? -gritó Bonis, sentándose de un brinco en la cama y restregándose los ojos hinchados por el sueño-. ¡Al médico, tan temprano! ¿Qué hay, qué ocurre? No se le pasó por las mientes que se pudiera necesitar al médico para curar algún mal; la experiencia le había hecho escéptico en este punto; ya suponía él que su mujer no estaba enferma; pero Dios sabía qué capricho era aquel, para qué se quería al médico a tales horas y cuál sería el daño, casi seguro, que a él, a Reyes, le había de caer encima a consecuencia de la nueva e improvisada y matutina diablura de su mujer. -¿Qué tiene? ¿Qué pide? -preguntaba con voz de angustia, como implorando luces y auxilio y fortaleza en el preguntar; mientras, a tientas, buscaba debajo del colchón...
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