Su único hijo: XVI
Su único hijo Capítulo XVI de Leopoldo Alas «¡Iba a ser padre!» A tal idea, en su cerebro estallaban las frases hechas como estampidos de pólvora en fuegos de artificio. Con gran remordimiento notaba Reyes que su corazón tomaba en el solemne suceso menos parte que la cabeza... y la retórica. Aquella dignidad nueva, la primera, en rigor, de su vida, a que era llamado, ¿por qué le dejaba, en el fondo, un poco frío? Sobre todo, ¿por qué no amaba todavía al hijo de sus entrañas, en cuanto hijo, no en cuanto concepto?... «¿Hijo o hija? Misterio -pensó Bonis, que en aquel instante dudaba de la sanción que la realidad presta a las corazonadas-. Tal vez hija; aunque, ¡Dios no lo quiera! Misterio». Y levantó el embozo de la cama, y se metió entre sábanas. Aquello de acostarse, siquiera fuese por pocas horas, le parecía algo como una abdicación. «Era el papel de esposo, llegado el trance del alumbramiento, demasiado pasivo, desairado». Bonis tenía comezón...
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