Superchería: 06
Capítulo VI 06 Pág. 06 de 10 Superchería Leopoldo Alas Caterina Porena abrió, por fin, los ojos, que eran pardos; y Serrano, con el ansia de un enamorado entre una multitud, llamaba a sí, con la intensidad de la propia, la mirada de la Porena. Catalina no acababa de verle. Si andaba por allí el magnetismo, ciertamente no salía de los ojos del filósofo, que, sin embargo, estaba sintiendo cosas nuevas y fuertes que debían valer mucho más que el fluido formidable del señor alcalde, y aún más que el fluido sutil y tramposo de Foligno. No era aquel momento para presentaciones, y Antoñito no se cuidó de poner a su primo cara a cara con el alcalde. Serrano se lo agradeció, y, como Pedro por su casa, se fue acercando, entre codazos discretos, al grupo de hombres más próximo a la sonámbula. Cuando creyó poder verla a su sabor y de frente, con la esperanza no confesada y confusa de que le mirase aquella mujer extraña, aquella cómica de lo maravilloso,...
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