Veinte años después: LIII. Una entrevista
Veinte años después: Capítulo LIII. Una entrevista de Alejandro Dumas Aquella mañana hallábase Artagnan acostado en el dormitorio de Porthos, costumbre que habían adoptado los dos amigos desde que empezaron los desórdenes en la ciudad. A la cabecera tenían las espadas, y sobre una mesa, al alcance de la mano, las pistolas. Artagnan todavía dormía, y soñaba que el cielo se nublaba con una nube amarilla, la cual disolvíase en lluvia de oro, y que él ponía su sombrero debajo de un canalón. Porthos soñaba que la portezuela de su coche era muy estrecha para contener el escudo de armas que pensaba pintar en ella. A las siete les llamó un criado sin librea que llevaba una carta para Artagnan. ––¿De parte de quién? ––preguntó el gascón. ––De parte de la reina ––respondió el lacayo. ––¡Cómo! ––exclamó Porthos incorporándose. Artagnan rogó al criado que pasase a una habitación inmediata, y luego que le vio cerrar la puerta, se levantó y...
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