XVIII. Director de la casa de la moneda
La falsificación de la moneda Los primeros años de una economía capitalista, de libre concurrencia, dirigida por unos whig aún inexpertos, están evidenciando una situación caótica en el aspecto monetario. El standard era la moneda de plata, pero muchas de las monedas en circulación eran muy viejas, desgastadas por el prolongado uso realizado con ellas y que no valían en realidad ni la mitad de su valor formal. Algunas eran ya demasiado delgadas, otras habían sido recortadas por los bordes para realizar nuevas fundiciones con el preciado metal. Falsificar monedas, recortarlas o fundirlas eran delitos reconocidos dentro de la rama del crimen, pero hasta 1861 no se dictará una ley consecuente para mitigar o disminuir esta corrupción. Por la Ley de Ofensas a la Moneda se castigará a todo aquel que reduzca su valor en el peso o en la aleación, mediante condenas que oscilen en siete a catorce años de prisión.
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