Durante la Guerra Civil (1936-1939) se exilió en México junto a sus padres, empresarios y actores de teatro, y ahí transcurrió la mayor parte de su actividad. Después de desempeñar papeles de galán en la compañía familiar, en 1940 inició en La torre de los suplicios, de Rafael J. Sevilla, una carrera de actor que se prolongó hasta 1949 y en la que destacan las dos ocasiones en que interpretó el personaje de Jesucristo.
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