Patronato Real

Recorrido histórico

La historia del Patronato Real se divide en dos periodos separados por el reinado de los Reyes Católicos. En la primera etapa, el patronato, que no incluía el privilegio de proponer a los cardenales, fue otorgado a Pedro I de Aragón y Navarra (1094-1104) por el papa Urbano II (1088-1099) en 1095, y se extendió, así mismo, a los reinos de Cataluña, Mallorca, Valencia y Granada. Los Reyes Católicos, apoyándose en el abuso que se hacía en Roma de nombrar extranjeros para las sedes vacantes españolas, consiguieron, entre 1482 y 1485, que la Santa Sede les concediera el derecho de presentar a las personas que les parecieran más dignas para ocupar los obispados, reservándose el papa la concesión de los beneficios. En 1501, como compensación por las conquistas de las Indias, el papa español Alejandro VI (1492-1503) les concedió los diezmos de las iglesias de dichos territorios, y en 1503 Julio II (1503-1513) les otorgó el patronato universal sobre ellas, con la obligación de dotarlas decorosamente, y el derecho de nombrar a los titulares de los oficios. Carlos I de España (1516-1556) obtuvo de Adriano VI (1522-1523) el privilegio de nombrar a todos los obispos del reino.

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