Retablo
El retablo románico El origen del retablo se puede rastrear en los frontales o antipendios románicos de los ss. XI y XII que se colocaban en la parte trasera del altar para cubrir las reliquias. Los primitivos eran portátiles y podían presentar la forma de tríptico de tablas, de las cuales la central tenía un mayor tamaño. En las parroquias ricas se realizaban frontales de orfebrería de metales preciosos o esmaltados, siempre de pequeñas dimensiones. Uno de los más antiguos, extrañamente conservado, es el de Aralar (Santuario de San Miguel in Excelsis, Navarra), realizado en oro y esmaltado, y datado h. 1175.
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