Cánovas : 15
Cánovas Capítulo XV de Benito Pérez Galdós Desde aquel día, que en mi mente quedó marcado con el recuerdo de los tomillos del monte Hymeto, avancé rápidamente en la curación de mi vista. La horrenda Queratitis, que había sido mi suplicio en gran parte del año 77, se apartaba de mí, se retiraba, se iba. Tan acertado estuvo Albitos en devolverme la luz de los ojos como en el régimen y medicinas aplicadas para librar a mi cerebro del desorden anárquico. Gracias a esto no tardaron en deshacerse por sí mismas las fábulas que mi intelecto, lanzado a un delirio de Carnestolendas, forjó para embromar a la razón. La quimera que más tardó en disiparse fue la de Leona la Brava. Mas tuve la suerte de que esta viniera un día a visitarme, no habiéndolo hecho antes por haber estado ausente de Madrid durante algunos meses. Viéndola en su propio ser, sin ninguna mudanza en su estado de prosperidad y rumbo, comprendí que era pura novela mía picaresca lo de los...
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