... ; el fuego se cebaba en ella famélico y brutal, la devoraba; ardían las maderas apolilladas, el yeso mismo y hasta el ladrillo, pues todo se hallaba podrido y desecho, con una costra de mugre secular ...
... .Los cables colgaban en pingajos de los plafones desconchados por la brusquedad del esfuerzo; trozos de yeso y argamasa manchaban los pisos polvorientos; en la cocina los caños de plomo deshilachaban ...
... parte del territorio. La línea es una irrisión... Nuestros centinelas tienen garitas de piedra y yeso; las de los ingleses son de madera, fáciles de ser trasladadas, y las trasladan frecuentemente ...
... y Joaquín Orgaz. Los recibió el señor Guimarán en su despacho, lleno de periódicos y bustos de yeso, baratos, que representaban bien o mal a Voltaire, Rousseau, Dante, Francklin y Torcuato Tasso ...
... abundante luz y que se desparrame por la b& 243;veda desnuda, sin m& 225;s pinturas que las del yeso mate. El altar mayor es todo oro, los santos y retablos todo polvo; en el primero veo al santo var ...
... las influencias que negaron a la mujer una vida plena. Aquí hay un grupo de estatuas de yeso, basadas en las líneas que nos han entregado los expertos antropométricos de las últimas décadas del siglo ...
... el cuello corto, éste sobresalía mucho y parecía exageradamente largo, como el de los gatos de yeso que mueven la cabeza y que llevan colgando, por docenas, los artesanos.Y siempre se le quedaba ...
... vio sola en el comedor, cerca de aquella chimenea de campana, churrigueresca, exuberante de relieves de yeso, pintada con colores de lagarto; la chimenea, al amor de cuya lumbre leyera en otros días ...
... muertosun muro de malos sueños. Doy pena de lirio frescopara un corazón de yeso. Toda la noche, en el huertomis ojos, como dos perros. Toda la noche, corriendolos membrillos de veneno. Algunas veces ...
... venía de perlas después del de A. Polo, porque un APolo de mármol valía más que un APolo de yeso; tomándolo él a sátira, se puso tan furioso que me amenazó con escribir una sátira contra los humos ...
... . Los clavos indicaban dónde estuvieron las obras superiores. Agujeros horribles en la pared, mostrando el yeso y la tapicería desgarrada, marcaban el sitio del espejo biselado que había ido a parar ...
... España da muchas ventajas aun a las más pobres, comparadas con estos edificios de Alcaicería. Como constan de yeso y tablas, es imposible mantenerlas libres del polvo que continuamente se desprende ...
... Segunda partePío BarojaManuel no pudo menos de soltar una carcajada al ver a Jesúsmanchado de yeso, con los pelos alborotados, lleno de espanto. Jesúsabrió y cerró la puerta del retrete varias veces ...
... obra empieza a tomar cuerpo cuando se traslada a París y realiza sus primeras esculturas en yeso, impresionado por la escultura griega arcaica del Museo del Louvre. Comienza su amistad con el pintor ...
... , s& 237; se& 241;or, muy patriota; pero todo tiene su l& 237;mite natural, yeso de que lleguemos a comernos unos a otros me parece una temeridad salvaje. -La entereza de D. Mariano -le respond& 237 ...
... de diferentes formas y escasas luces. Los gabinetes daban paso a las alcobas por un intercolumnio de yeso, plagiado de las embocaduras de los teatros. No estaba mal decorada la casa, si bien dominaba ...
... seca.Duende de Quevedo y duende de Cervantes, con verdes anémonas de fósforo el uno, y flores de yeso de Ruidera el otro, coronan el retablo del duende de España. Cada arte tiene, como es natural ...
... busca de mujer. Ella murió; era hija del rey de los Peñascos gredosos de Möen. Tomó una mujer de yeso, como suele decirse. ¡Ah, y qué ganas tengo de ver al viejo duende nórdico Dicen que los chicos ...
... se componía de vigas aparentes pintadas también de gris, y cuyos huecos estaban cubiertos con yeso blanco, que el tiempo había vuelto amarillo. Un reloj antiguo de cobre, incrustado de arabescos ...
... un papel punzó en fondo canela: esta y la pieza contigua tenían cielo-rasos de yeso, pero muy sencillos: en las otras habitaciones se veían descarnados los gruesos tirantes de pino. Dorotea se quedaba ...
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