... espíritu de su sobrina. Esta, marchando hacia la casa, absorta, pensativa, triste, oía zumbar en su oído la funesta voz que ha tiempo, en sus desvelos y en sus meditaciones, le decía: -Rebélate ...
... á los «jejenes» y otrosinsectos sanguinarios que, atraídos por las apetitosas carnes,empezaron á zumbar en torno á sus hombros, obligándola á repelerloscon incesantes manotazos mientras hablaba ...
... , en lugares donde nada se ve& 237;a del terrible asedio de la villa, y s& 243;lo se o& 237;a el lejano zumbar de los ca& 241;onazos. Las dos eran ya cuando vio que por el camino adelante ven& 237;an ...
... claridad infernal de los hornos, se animaba moviendo sus miles de brazos.El vapor principió a zumbar en las calderas del gran automóvil, que hacía funcionar a un tiempo los aparatos de los talleres ...
... no oyeron en realidad nada extraordinario; los latigazos de la lluvia sobre el techo hacían zumbar sus oídos; pero ambos tuvieron la percepción de que algo se había roto con un chasquido de hierro ...
... & 237;a sido mi carne y mi sangre; pero no pudo. El coraz& 243;n lat& 237;a con furia y en mis o& 237;dos un zumbar mon& 243;tono me enloquec& 237;a con l& 250;gubre m& 250;sica. De momento en momento ...
... re un mar desierto y caluroso, como el que surcó frente á la Arabia el buque en que yo leía versos, sintiendo zumbar al blanco, por encima, las granadas de un fuerte... Pero habían quitado el fuerte ...
... qué zumban los insectos? En la mayoría de los casos, los insectos no tienen órganos especiales para zumbar. El zumbido, que suele oírse cuando vuelan, se debe a que los insectos dan varios cientos ...
... que los hombres ven desfilar en la época de la migración. Todo es bullir, chapotear, zumbar y rumorear. Algo de este ruido queda en las grandes caracolas, y lo podemos percibir cuando les aplicamos ...
... ellas?»Él seguía mudo y volvía la cara para no mirarme. De pronto, el viento empezó a zumbar, levantando nubes de tierra. Iliucha se arrojó sobre mí, me rodeó el cuello con los brazos y me estrechó ...
... , como Dios manda Y la charla fluía de sus labios, lenta, monótona, inacabable, como el zumbar de un insecto de mal agüero. Ellos no le escuchaban. Lucerito, de vez en cuando, fijaba, en él sus ojos ...
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