... & 237;an re& 241;ido el uno con el otro, d& 225;ndose de porrazos por qui& 233;n de ellos ... 243;rdoba (la ciudad)& 187;Que C& 243;rdova (D. Luis, no la ciudad) iba sobre ellos.& 187;Que...
... & 233;gicas que expuesto hab& 237;a mi se& 241;or D. Tom& 225;s, llev& 233; el problema al terreno pol ... 237;an su protecci& 243;n, al mism& 237;simo D. Jos& 233; Fago, ex-capell& 225;n,...
... pidiendo limosna por los caminos. -Basta -dijo D. Juan gravemente-. Aquí entra la caridad. Dales ... que le mostraba las cartas recién llegadas, y D. Juan se acercó a los albañiles...
... la Iglesia da una prueba de benignidad apresurándola.De buena gana habría manifestado D. Buenaventura que le parecía inconsecuente, injusto y hasta inmoral este criterio romano que abrevia y dispensa ...
... adi& 243;s. Dejome lord Gray en las garras de do& 241;a Flora, la cual continu& 243; as& 237;: -El pobre D. Paco se defendi& 243; hasta que no pudo m& 225;s. & 161;Pobre se& 241;or No tuvo m& 225;s ...
... el respirar revelaba autoridad. Salía Poleró al pasillo, para trastearlo un poco: «¿Qué ha habido hoy, D. Basilio?». -Nada. Siguen con el delirium tremens. De Santo Domingo hay muy malas noticias ...
... m& 225;s h& 225;biles los toreros... ji ji... & 191;por qu& 233; te r& 237;es?El hipo de D. Felic& 237;simo arreci& 243; de tal modo que hubo de pararse un rato para tomar aire. Despu& 233;s prosigui ...
... poco una voz comedida y grave que decía: «Sr. D. José, si la señora Marquesa está con usted en este ... . Demuestro, como dos y tres son cinco... sí, D. José querido, lo...
... la contemplación extática de su bendita tierra, D. Bruno adaptándose fácilmente a los gratos ocios ... orden a todo trance. De estas cosas hablaban D. Bruno y Doña Leandra cuando...
... Enrique III y su corte.El 25 de marzo Dumont d’Urville llegaa Marsella.Edgar Allan Poe: Al Aaraaf ... Paraguay.Comienza la guerra franco-prusiana.John D. Rockefeller funda en Estados...
... an baratijas. Propon& 237;ase quitar de en medio a D. Carlos. Delatado y cogido cerca de O& 241;ate, le ... & 233; ocurre, qu& 233; le pasa a usted?-& 191;D& 243;nde est& 225; mi hermana?...
... vestirse a la bargueña, y luego la chusma iría entrando por el aro». Don Simón se reía, y D. Juan Casado que estaba presente apoyó, quizás por seguir la broma, las opiniones indumentarias de la rica ...
... o usted, y tambi& 233;n tener de brevas a higos alg& 250;n tratadillo con los masones de Granada y de Madrid.D. Juan Esteban alz& 243; los hombros.-& 161;Qu& 233; personajes, Santo Dios -prosegu& 237 ...
... majestad. Sali& 243; a su defensa el Infante D. Sebasti& 225;n, diciendo al Rey que ... . Yo no hac& 237;a caso, y segu& 237;a en mi trabajo. Pero un d& 237;a me acus& 243; un chico de...
... , y a veces con traje muy distinto del que usaban durante el d& 237;a. Aqu& 237; ten& 237;a principio, seg ... que ninguna persona honrada me pueda desmentir, que D. Diego y el Sr. de Ma&...
... ella especie de consulta médica que el autor describe en la pág. 77. Regresaba en 1879 S. M. D. Alfonso XII del viaje inaugural del ferrocarril directo del Guadiana, en que le había acompañado Ayala ...
... capell& 225;n se levant& 243;, tendiendo su mano a D. Fructuoso. Quer& 237;a marcharse, huir, correr. ... n que pas& 243; por Orm& 225;iztegui... Dos d& 237;as antes la vieron en Elorrio,...
... rtir& 187;.Terrible duelo y consternaci& 243;n produjo a D. Beltr& 225;n la vista de los diez y seis cad& 225 ... 243;, la nube de polvo que levantaba impidi& 243; ver d& 243;nde hab&...
... discurso.-Cuanto m& 225;s cerca veo el d& 237;a -pensaba-, m& 225;s indeciso y perplejo ... pierna?...Las historias est& 225;n conformes en asegurar que D. Benigno, despu& 233;s de decir...
... presencia a cajas destempladas. Desapareció Reyes, y los convidados quedaron por dueños de la casa, pues D. Juan Nepomuceno había salido también cuando el médico. En el comedor se acentuó el carácter ...
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